miércoles, 4 de enero de 2017

El Porvenir (L'avenir). Mia Hansen-Løve. 2016.



¿Son nuestras ideas las que iluminarán el porvenir o lo son nuestros modos de hacer? Esta es la cuestión básica que ronda un film al que se va intuyendo, y al que se le va esperando un final estereotipado, ya que puede serlo dependiendo de la posición que se adopte ante la cuestión límite del film. Una cuestión nada badalí cuando entramos de lleno en el mundo del pensamiento y que, sin embargo, oculta otras preguntas mucho más allá del pensamiento dicotómico que subyace a muchas de las cuestiones que nos presentamos generalmente.

La comunión entre pensar y hacer, entre la preferencia y el acto performativo de la misma no es un hecho donde esa verdad que tratan los alumnos de la profesora burguesa se haga explícita en todos los casos pues el mundo social humano donde ironías, hipocresías y postverdades cercan esa falta de verosimilitud, es mucho más amplio como para caracterizarlo con tal categoría. Y aún necesitamos de ese factor para guiarnos en un mundo donde la deshonestidad gana mucho más en términos del juego que algunos creen que es el vivir en sociedad. Creencias como muchas de las ideas que rondan al pensamiento desde tiempos inmemoriales ya que toda ideología parte de un credo, de un punto al que llegar como si las preguntas primeras hiciesen ese mandato de última búsqueda, de fin. Y hechos, manifestaciones o no de nuestros pensamientos, hechos sociales que invaden todo hacer e impiden esa libertad que siente por primera una filósofa. Hechos futuribles como el niño que puede coaccionar el libertinaje en el que vive ahora el alumno aventajado o el propio nieto donde encontrará la burguesa el mantenerse en ese conservadurismo cuyo fin es que otros sepan pensar, que no hacer.
El animal tiene instinto, el hombre posee el recurso de analizar las cosas, quizá tarde pero con mayor rendimiento (si realmente usa lo pensado).

El film puede ser algo intuitivo en cuanto al desarrollo elemental pero la muestra pausada de un buen lapso de tiempo retrata bastante bien la vida que lleva una mujer de clase media, profesora y editora de filosofía cuya medida vida va a cambiar ¿sin poder remediarlo? Toca diferentes temas desde diferentes perspectivas sin ponerse al lado de ninguna de las ideas allí plasmadas y si bien la previsibilidad del guión puede afectar para el que espera la sorpresa, ésta no tiene cabida en el mundo real que presenta Mia, con una gran realización para mostrarnos estados de ánimo, hechos, hipocresías y verdades dentro de cada una de las aristas que rozan los temas de una buena película.

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