viernes, 30 de septiembre de 2016

Trumbo (La lista negra de Hollywood). Jay Roach. 2015.



Las víctimas de una lista son representadas en una de las personas que sobrevivió como acertadamente emana el discurso final de un Dalton convencido de que en esa lucha no hubo villanos ni héroes. Pero sobrevivir y poder contarlo no quiere decir triunfar pues la realidad incluye héroes y villanos, víctimas y verdugos, olvidados y recordados. Sólo hace falta teclear sobre los diez de Hollywood en la Wikipedia para constatar que menos de la mitad tiene página. La memoria puede ser sagaz, por ello es necesario una figura que retrate algo más que si mismo, la personificación de la injusticia como ya intentara el film Punto de mira y la figura del director de La sal de la tierra (film guardado en el mismo Congreso que escenificó uno de los episodios más antidemocráticos del corto siglo XX). Un Biberman acusado junto a muchos otros profesionales del cine de ser antiamericano, comunista, de pensar diferente. Un Trumbo, que adaptándose a sus circunstancias, puede continuar trabajando. Dos opciones dentro de los numerosos casos de una caza de brujas que fue más allá del mundo de cine, que coaccionó a toda una sociedad que veinte años atrás podría haber apostado por un modelo similar si en cierta convención demócrata no se hubiese realizado un pucherazo en toda regla. Pero esta es otra historia, que ilustra que la vida si reclama héroes y villanos a pesar de la modestia.

Es lo malo de un biopic que se centra en un determinado momento de la amplia vida de alguien, lo circunscribe dentro de unas circunstancias que generalmente lo sobrepasan, que muestran una diferencia el carácter de la persona dejando una figura incompleta, así como también queda ilustrada deficientemente esos hechos que provocan el cambio personal, ese arrojo que tanto gusta al liberalismo obviando tantas y tantas cosas que un solo discurso no pueden dejar atrás. Trumbo no fue un elegido, ni un héroe, sólo tratando de luchar por su vida, por su idea de familia, pudo sobrevivir a aquel maccarthismo que dejó una profunda huella en una sociedad que sale casi indemne en el film. Existen tantos buenos alemanes como americanos.

Esperaba mucho más de una cinta que retrata bastante bien al personaje que utiliza para una denuncia escasa, para un retrato de una época tan fría como la guerra-industria con la que moldearon unas ideas que hoy continúan dividiendo, venciendo. Me juego algo que el documental Trumbo y la lista negra me puede agradar más, aún ensalzando la vida del escritor.

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