domingo, 28 de agosto de 2016

Spotlight. Thomas McCarthy. 2015.



Periodismo es una palabra con demasiadas connotaciones en la era de la información, pero como todas las palabras, hoy posmodernas, proviene de una acepción identificable en el film, que nos presenta la historia de esta sección de un periódico donde la investigación intenta fluir tanto como vender, como en todo ente vinculado al negocio, donde el dinero y la costumbre suelen mandar. El vínculo es fácilmente identificable en una historia muy al uso, donde los hilos comienzan a hilvanarse  en la misma procesión de los acontecimientos, por mucho que estos sean pasados porque como bien sabe el periodismo, la historia, la investigación, el acontecimiento es el hecho desde un punto de vista primigenio que cambia con el tiempo y otros hechos que lo circunscriben.

De ahí el relato formal, de unos hechos tan deleznables, como los del anterior post, pero dentro de la propia cultura, esa misma que caracterizaba como gorda, gruesa, pues es lo que nos diferencia al fin y al cabo. Los hechos que relata el film son bien conocidos, al menos en los países dominantemente católicos, y aunque la investigación se centra en el inicio de toda la trama y negocio, lamento que una de las principales autoridades no tuviese el peso que representa en el film, pues a pesar de convencer del terrible acto sistemático de una institución con cifras y detalles, su paso es dejado a confidente y no teórico de un hecho mayor que quizá tenga que ver con ciertos desórdenes psicológicos que ciertas teorías religiosas presentan. Pero esto es otra historia que surge de esa raíz que dispone el buen periodismo, de ese ansia de conocer la realidad diaria que acomete el buen periodista cuando tiene garantizado el pan y no desea mayores prebendas que acercarse a alguna verdad, cosa que escasea.

Y esto también se cuestiona en el film, en el trabajo del jefe de la sección que tuvo en sus manos la historia ignorándola por sus escasas excusas. Algo en lo que se debería profundizar mucho más y que es quizá lo que adolece un film que como es lógico no puede estar a todo. 

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