martes, 22 de octubre de 2013

De óxido y hueso (De rouille et d'os). Jacques Audiard. 2012.



De dolor y fragilidad, de amor y sexo, de necesidad y desapego, de naturalidad y de miedo... Hay tantas palabras para poder caracterizar mediante una analogía con el título que no acabaríamos nunca pues, éste, es un film de muchas facturas, de variados contrastes, incluso en su fuero interno existen momentos de cine extasiantes y momentos sencillos, auténticos, pero sin la embriaguez de los primeros momentos, que con las luces y las sombras denotan el juego ambivalente y veraz de una historia melodramática sin el apego total a sus categorías, a sus modos narrativos pueriles y manidos. De ahí el extraño drama, la rudeza y falta de pasión que tan acostumbrados nos tiene cierto cine y que en la cinta de Audiard recorre los momentos más fríos y los más humanos con la sencillez de una mirada igualmente objetiva y sensual.

Todo cabe en la cinta, cualquier problema y toda esperanza, toda la alegría y toda la falta de amor, pues eso son cosas que nunca llenan por completo el ser de vivir, nunca describen en toda la amplitud la infinita soledad y humanidad que brota de cada acto de vivir. Los protagonistas son dos seres desvalidos, personas tan perdidas como el resto de la humanidad, cada uno con su drama, con su forma de instalarse en un mundo tan claustrofóbico como las sombras de la vieja caverna. El sentimiento es siempre intenso, es un cine de emociones, multitud de sentires filmados a través del arco iris emocional que son las imágenes de un autor que de lo más brutal, frío y despótico del ser humano suele sacar una poética propia, de alto calibre.

Trabajazo de Cotillard, que vamos a decir de esta gloriosa francesa. El principio, con su banda sonora y el trabajo espectacular visual es un momento tan grande, tan hermoso que quizá esperas más de eso, así, acierto o falta de fuerza queda libre a la interpretación. La dureza y el sentimentalismo en un cruce clásico del cine, pero aquí sin partido por ninguno de los dos. Toma partido quien juzga, y la cámara aquí encuadra, juega con la luz del amor y la del dolor, luz y vida en ambos casos. La banda sonora, mismo tono, es decir con el mismo contraste, a un plano, otro sentimiento. Excelente, por Marion, Audiard, el buen trabajo fotográfico y un buen guión, aunque personalmente el final, mmmmmm.

No hay comentarios:

Publicar un comentario