martes, 5 de octubre de 2010

Fugitivos (The defiant ones). Stanley Kramer. 1958.


Mi particular homenaje a Tony Curtis comienza con esta gran película que narra la huida de un hombre blanco encadenado a un hombre negro tras el accidente que sufre el camión que los trasladaba de prisión. Esta fuga nos permite recorrer varios aspectos de la sociedad norteamericana (occidental) y sus prejuicios, encumbrando uno de los principales, el odio racial existente y muy discutido años después, que marca la relación de los protagonistas. En su peligroso viaje se cruzan con lo más recóndito y salvaje de la civilización, aquellos que desean detentar una verdad y se creen con la capacidad de juzgar y sentenciar, se encuentran con la soledad de los seres humanos y los miedos y anhelos de éstos. Asimismo se traza una crítica a la sociedad y su falta de comprensión (no logran diferenciar conejos de hombres) así como del poder e influencia de la prensa y la actuación individual, única e irrepetible siendo la única capaz de sustentar la acción. Con un buen y sobrio guión se logra encaminar una historia en donde el apoyo y mantenimiento a costa del contrario, del otro, se nos revela sustancial, imprescindible. También destacar una buena fotografía, con esas transiciones temporales en plano fijo mientras que la luz temporal avanza, y esos primeros planos contraponiendo belleza y fealdad. Los actores, increibles, un gran Sideney Poiter y el homenajenado en una de sus mejores películas, tiene muchas pero caben en una mano grandes obras con su nombre. La siguiente entre ellas.

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