jueves, 30 de septiembre de 2010

Pecados de mi padre. Nicolás Entel. 2009.


Como bien demuestra Sebastián Marroquín en el documental no es posible huir del pasado, éste nos marca indeleblemente pero no nos determina de ningún modo como igualmente prueba el valiente hijo de Pablo Escobar, aquel narcotraficante sin escrúpulos que a la vez fue padre y cabeza de familia y que aunque a veces con buenas intenciones poseía una idea equivocada de como ñllevar a cabo su planteamiento y especulación vital. La historia narra los sucesos acaecidos desde un plano histórico vivenciado por los hijos de los protagonistas que trágicamente marcarán la historia de Colombia. Igualmente nos cuenta las vivencias del hijo del narco desde su acusador juramento y paso al exilio hasta su reconciliación consigo mismo y con las víctimas inocentes que el horror de su padre llevó a cabo, su reconciliación con un país e incluso más allá, con el propio género de lo humano pues razonar con el ánimo sosegado y buscar el perdón, el propio y el ajeno (poor la gran parte que le toca) es de humanos, muy humanos en contraste con la venganza prometida y cuya vía entra en la inhumanidad. La televisión cuando quiere no deja de sorprender, pues sabe sensibilizar y educar con historias como esta, y para que se repita sólo hace falta la estimada vountad empresarial y social, que unos dejen de interesarse sólo por el beneficio económico y que otros se interesen no sólo por el vulgar entretenimiento que ofrece la caja tonta, que de boba no tiene ni un pelo, lo aseguro, sino también por grandes ideas y realizadores como lo aquí presente. Gracias Sebastián, gracias Nicolás.

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